domingo, 8 de julio de 2012

Mercados de carbono: derecho a contaminar II

Dicho de otro modo, aquellos que contaminan pueden pagar a otros que tienen biodiversidad “para que se encarguen de limpiar sus destrozos y no tener que hacerlo ellos mismos” (Gilbertson, 2011: 164). Es lo mismo que trasladar a otros países la responsabilidad de las emisiones y también la responsabilidad de los impactos. Además de un problema ético, es un asunto de realidad: con la invención de los mercados de carbono, se evade el verdadero origen del desorden climático y por tanto, la necesaria solución que es reducir la quema de combustibles fósiles. En eso consiste ser una falsa solución. De otra parte, quienes los promueven están patrocinando la privatización de la atmósfera. 

Los mercados de carbono se basan en la idea de que las reducciones de emisiones de [gases de efecto invernadero] GEI pueden convertirse en mercancías, es posible establecerles un precio [...], pueden ser compradas o vendidas, creando un mercado artifi cial a partir de la obligación de los países de reducir sus emisiones. A partir de la conceptualización neoclásica de que sólo al establecer un precio para las mercancías, incluidos los bienes comunes (aire, agua), se generarán incentivos para su preservación, se espera que la mercantilización del carbono y las emisiones genere incentivos para su reducción (Forero, 2011). 

El resultado es la creación de un gran mercado: 
De hecho, todo el planteamiento del mercado de emisiones de CO2, uno de los elementos claves del Protocolo, es promovido por Richard Sandor, inventor del mercado de derivados fi nancieros en los 70 en Estados Unidos (Lohman, 2008). Y lo mismo podríamos decir de los llamados Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL). [...] La gran Banca de Inversión (Goldman Sachs, Morgan Stanley, etc.) estaba claramente a favor, debido a las importantes perspectivas de negocio del comercio de emisiones (Noble, 2007) (Fernández, 2011: 96). 
En síntesis, el comercio de emisiones es un sistema muy complejo que crea un mercado artificial con una mercancía ficticia (Fernández, 2011), con un objetivo muy sencillo: “abaratar los costos que las empresas y los gobiernos deben destinar a cumplir con los objetivos de reducción de emisiones” (Gilbertson y Reyes, 2011: 169).

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