lunes, 16 de julio de 2012

3 A nivel mundial, los riesgos son cada vez mayores: la irregularidad de las pautas climáticas, las catástrofes naturales, la volatilidad de los precios y los riesgos comerciales incrementan la incertidumbre relacionada con el logro de la seguridad alimentaria y nutricional.

La incertidumbre y el riesgo alcanzan niveles siempre mayores y suponen un desafío para los esfuerzos encaminados a garantizar la seguridad alimentaria y nutricional mundial. Los sistemas agrícolas y alimentarios están expuestos, con creciente frecuencia, a pautas y condiciones climáticas impredecibles y extremas, al deterioro de los ecosistemas, a la intensificación de la competencia por unos recursos naturales escasos y al alza y volatilidad de los precios de los alimentos y la energía. Son las comunidades pobres y marginadas en los países en desarrollo —tanto urbanas como rurales— las que normalmente están más expuestas a estos riesgos y las que menos capacidades tienen para afrontarlos. Estos riesgos —y las conmociones económicas que les son inherentes— condenan a muchos hogares y comunidades vulnerables a una situación de inseguridad alimentaria, a pérdidas reiteradas de activos y a un empobrecimiento progresivo. Esto puede también conducir a los pequeños agricultores vulnerables a verse atrapados en conductas reacias al riesgo y a optar por sistemas de producción y por patrones de subsistencia insostenibles, de bajo rendimiento. Ante los efectos del impacto del cambio climático, que extrema la inseguridad, es urgente multiplicar y dar prioridad a la adopción de medidas orientadas a crear condiciones de resiliencia, intensificar los esfuerzos y acrecentar las inversiones destinadas a ampliar las capacidades nacionales y locales que permitan manejar los riesgos y hacer frente al nuevo desafío que supone el cambio climático.

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