martes, 17 de julio de 2012

6 La participación y la potenciación de la capacidad de acción de cientos de millones de hogares de pequeños agricultores y de agricultores sin tierras —muchos de ellos mujeres— son elementos críticos de esta reforma.

Los 500 millones de familias de pequeños agricultores que existen en el mundo representan el principal soporte de muchas economías rurales. Estos agricultores son los custodios de gran parte de los recursos naturales del planeta, incluida la biodiversidad. Ellos cultivan hasta el 80 por ciento de las tierras agrícolas en África y Asia. Las razones para apoyarlos son poderosas: el crecimiento económico que proviene del sector agrícola es al menos dos veces más eficaz para reducir la pobreza que el crecimiento que se origina en otros sectores, y los pequeños agricultores tienen potencial para hacer una aportación notable a la mejora del suministro de alimentos y al crecimiento verde en las zonas rurales. Todos ellos, y en particular las mujeres, quienes a menudo cuentan entre las personas más marginadas, necesitan disponer de derechos reforzados sobre los recursos naturales, de los cuales depende su subsistencia. También precisan de conocimientos y calificaciones técnicas que les permitan realizar innovaciones, sacar provecho de las nuevas oportunidades económicas y gestionar los riesgos. La educación, la capacitación y el desarrollo de pericias son los elementos críticos de este programa. A este respecto, las organizaciones de carácter asociativo juegan un papel clave como entidades que pueden negociar los intereses de sus miembros con el sector privado o el gobierno, y transmitir con más fuerza la voz de los miembros a la hora de la formulación de las políticas que los afectan.

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