lunes, 18 de febrero de 2013

DOHA, COP18 UN NUEVO FRACASO DE LOS BURÓCRATAS COBRA SUELDO - I

Ni la diplomacia ni el sistema de Naciones Unidas son capaces de hacer lo que es urgente: en Doha habrá otro fracaso. La única esperanza son los jóvenes. Malos conductores
En su esfuerzo por explicar los peligros del cambio climático, algunos investigadores acuden a la imagen de un auto que avanza en medio de la noche hacia un abismo sin fondo… Los conductores de este auto son los líderes de las grandes potencias, que llevan la humanidad hacia una catástrofe por la manera como maniobraron el Protocolo de Kyoto (PK). Pero la responsabilidad de la catástrofe que se avecina no recae solamente sobre los líderes del mundo desarrollado.
También sobre los ciudadanos comunes del mundo entero. Foto: cma.gov.cn Pero la responsabilidad de la catástrofe que se avecina no recae solamente sobre los líderes del mundo desarrollado. También sobre los ciudadanos comunes del mundo entero, pues hemos permitido que ellos actúen en nuestro nombre. La sociedad del mundo tiene además buena parte de responsabilidad sobre el fenómeno climático mismo, por haber estimulado los actuales estilos de vida como paradigma de un modo de progreso equívoco y peligroso. En qué consiste el peligro
Ya no resulta tan difícil de enunciar: antes de finalizar el siglo XXI, es muy alto el riesgo de que se acabe buena parte de la vida sobre la Tierra. Sí, así de grave. Es larga la lista de investigadores y científicos de todo el mundo que concuerdan en afirmar que este es el mayor peligro que ha enfrentado nuestra civilización en toda la historia humana. También es larga la lista de analistas que han documentado cómo ni los líderes del mundo ni la sociedad civil han estado a la altura de semejante desafío. Los primeros han sido la vergüenza de todos en las sucesivas conferencias de partes del PK desde la cumbre de Bali en 2007. A cada nueva cumbre, aumenta la intensidad del fracaso histórico. La cumbre de Doha, que empezó esta semana, no será una excepción.
La sociedad civil ha estado ausente de las grandes decisiones: en lugar de exigir a sus representantes que asuman el liderazgo, se ha dedicado a ignorar o a posponer su actuación sobre el problema, trasladando los efectos de su inacción a las próximas generaciones: entre 2020 y 2050. No nos queda mucho tiempo.

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