Con un día de retraso sobre el calendario de trabajo previsto, terminó la Conferencia de
Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP18) de Doha. Los equipos de los gobiernos
miembros de Naciones Unidas habían estado negociando desde el 26 de noviembre tratando
de lograr un acuerdo que garantizase la prolongación del Protocolo de Kioto (ratificado por 187
países ONU con las excepciones de Estados Unidos y Canadá) que expiraba a finales de 2012.
No sabemos si fue casualidad o causalidad que la COP18 se haya realizado en Qatar, el mayor
emisor de gases de efecto invernadero per cápita del mundo, pero en cualquier caso el principal
resultado de esta Cumbre de Naciones Unidas ha sido el acuerdo por un segundo periodo del
Protocolo de Kioto hasta 2020 en el que no estarán incluidos por supuesto Estados Unidos y
Canadá, pero tampoco Rusia o Japón.
Posición de Bolivia
El equipo negociador boliviano, conformado por delegados de la Unidad de la Madre Tierra y
Agua de la Canciller boliviana, y con Rene Orellana, delegado presidencial, como jefe
negociador, ha tenido entre sus principales prioridades el que los países que se habían salido
del Protocolo de Kioto o no estaban dispuestos a firmar el segundo periodo de compromisos,
no tuvieran acceso a los llamados mecanismos de flexibilidad, que son básicamente
transferencias de emisiones y reducciones de emisiones legales reguladas por Kioto con un
sistema riguroso, entre los cuales se incluyen los proyectos del llamado Mecanismo de
Desarrollo Limpio (MDL), es decir, la mitigación del cambio climático ligada a los mercados económicos y financieros internacionales.
Estos MDL basados en los mercados de carbono que promueven la mercantilización de la
naturaleza han sido siempre un objetivo de países como Estados Unidos, Canadá, Rusia,
Japón o Nueva Zelanda que después del paquete de acuerdos de Doha al no firmarlo tampoco
van a poder comprar créditos de carbono quedándose en un fuera de juego que solo les deja
dos salidas, o la reducción domestica de emisiones de carbono, o promover un mercado de
carbono basada en la compra de créditos bilaterales obviamente ilegal que será denunciada por
el Estado Plurinacional de Bolivia junto al resto de países del ALBA.
Los países del Norte capitalista que pudieron industrializarse a costa del saqueo de los pueblos
y las riquezas naturales del Sur querían introducir como parte de los mercados de carbono el
carry over, es decir, 11 Gigatoneladas de carbono equivalentes a una cuarta parte de las
emisiones máximas permitidas para no superar los 2°C de calentamiento global, y es algo que
también se ha logrado paralizar en el texto final junto con la apertura de nuevos mercados de
carbono que no eran parte del Protocolo de Kioto.
Todo lo anterior no quiere decir que no va a haber nuevos mecanismos de mercado, pero si
que al menos se ha podido paralizar su puesta en marcha durante todo el 2013, tregua que
permite a los gobiernos aliados, pueblos del mundo, movimientos sociales y organizaciones
indígenas un año entero para sentarse y articular una respuesta a la mercantilización de la
naturaleza.
En esa misma dirección debemos subrayar también que se ha conseguido abrir en Doha un
programa de trabajo para desarrollar enfoques no basados en el mercado desde donde se
empezara a desarrollar el mecanismo conjunto de mitigación y adaptación para el manejo
integral y sustentable de bosques.
Programa que además va a considerar como se desarrolla
este enfoque de no mercado en el capitulo de reducción de emisiones sobre deforestación y
degradación forestal, lo cual nos permite afirmar que se ha dado un paso firme para construir
un instrumento alternativo a REDD+.
Podemos definir asimismo como una victoria que la concepción boliviana de Madre Tierra o el
derecho al acceso equitativo al desarrollo han entrado en el documento final en el capitulo de
Visión Compartida pese a la feroz oposición de los Estados Unidos que presentaron una
interpretación propia a ese párrafo. La Unión Europea permaneció callada debido a que Bolivia
contaba con el apoyo del recientemente constituido Grupo de Afinidad, o Like-Minded Group,
conformado por países en desarrollo que son actualmente parte del G77+China, países entre
los que destacan Argentina, Argelia, China, Cuba, Malasia, Mali, Congo, Dominica, Ecuador,
Egipto, El Salvador, India, Irán, Irak, Kuwait, Malasia, Mali, Nicaragua, Pakistán, Filipinas, Arabia
Saudita, Sri Lanka, Sudan, Tailandia o Venezuela.
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