La Unión Europea está convencida de que podemos reducir
nuestra producción de gases de efecto invernadero y, al mismo
tiempo, conseguir que siga mejorando la calidad de vida. No
son dos objetivos incompatibles. Pero para ello será necesario
modificar nuestra manera de vivir y de producir y usar la energía.
Los líderes europeos se han puesto de acuerdo en que no puede
permitirse que las temperaturas mundiales aumenten más de
2 ºC por encima de los niveles preindustriales, ya que, de hacerlo,
se incrementarían enormemente en el mundo los riesgos de
escasez en el suministro de agua y alimentos y de catástrofes
medioambientales.
Para alcanzar el objetivo de los 2 ºC, habrá que
tomar medidas de gran envergadura después de 2012, año en que
deben lograrse los objetivos del Protocolo de Kyoto.
Podría resultar necesario que los países industrializados redujeran
sus emisiones de gases de efecto invernadero, con respecto a los
niveles de 1990, en un 15-30 % para 2020, y en un 60-80 % para
2050. Pero también es importante que los países en desarrollo
que están progresando económicamente participen en un futuro
acuerdo, ya que sus emisiones aumentan rápidamente. Están
iniciándose las conversaciones internacionales sobre el futuro
régimen del cambio climático. La Comisión Europea ha
publicado ya un documento en el que se subrayan
algunos elementos básicos que debería incluir
el nuevo régimen, tales como una amplia
participación de todos los países que emiten
grandes cantidades de gases de efecto
invernadero y un decidido impulso en favor
de las nuevas tecnologías respetuosas del
clima.
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