El cambio climático puede
implicar una seria amenaza
para el ser humano y para los
ecosistemas. Combatirlo y
remediar sus efectos podría
representar costos muy altos
desde el punto de vista
económico, e invaluables
desde el punto de vista de salud,
pérdida de especies, culturas,
territorios, etcétera. La solución
debe conformarse con base
en un esfuerzo global, pero
considerando las capacidades
y responsabilidad histórica
de cada país. Idealmente,
las naciones desarrolladas
deberían asumir el liderazgo
en la mitigación de emisiones y
apoyar a las menos desarrolladas
–que son más vulnerables para
proteger a sus generaciones
futuras y cuidarse de los efectos
del cambio climático–, si no
obligados por un compromiso
legal, movidos, al menos, por
consideraciones éticas.
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