En los países de la Comunidad Andina existe un
gran potencial para desarrollar energía en términos
competitivos, especialmente en energía limpia.
Por ahora, ese potencial utilizado es mínimo.
La verticalidad de las montañas y las precipitaciones
en las partes altas son las condiciones ideales
para la generación de energía eléctrica con las caídas
de los cursos de agua. Además, en el interior
de los territorios andinos discurren grandes ríos
encajonados entre las montañas, lo cual ofrece un
enorme potencial para represar grandes masas
de agua para generar electricidad y, de ser posible,
conducirlas hacia las parte bajas con climas
y suelos más propicios para desarrollar una agricultura
de gran intensidad biológica, con riego
tecnificado y mayor valor económico.
Concientes de su vulnerabilidad al Cambio
Climático, los países andinos se deben unir al
esfuerzo global por lograr las mayores reducciones
en el menor tiempo posible.
Pero para que
ello sea posible, se deben establecer mecanismos
de incentivos internacionales, transferencia
de tecnología e investigación que les permitan
participar cubriendo su brecha energética de
la forma más limpia posible. El beneficio es
múltiple: seguridad energética para la región;
un desarrollo más limpio en países en desarrollo;
nuevos mercados para tecnologías limpias;
reducción de la dependencia de precios de petróleo
externo; reducción de la contaminación
atmosférica; e importante contribución a la estabilización
de las concentraciones de gases de
efecto invernadero en la atmósfera.
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