jueves, 3 de enero de 2013

Conclusiones - II

Los países andinos son un centro de observación temprana de lo que ocurrirá en el resto del mundo en mayores plazos; y, también, son centros demostrativos para evaluar la aplicación de tecnologías y métodos para prevenir, mitigar y adaptarse a los diferentes aspectos que comprende este fenómeno, que ha sido acelerado e intensificado por la actividad humana. 
Los países andinos, en definitiva, son el “Banco Central de la Vida de la Tierra”, por la mega diversidad de su biología. El gran desafío de encarar el cambio climático es una oportunidad para movilizar a toda la sociedad para enfrentar los problemas del subdesarrollo, capitalizar la economía, superar la pobreza del 55% de la población y la desigualdad social y fortalecer las instituciones del Estado en el ámbito local, regional y nacional. Los países andinos tienen una extraordinaria singularidad geográfica por la diversidad y heterogeneidad de los ecosistemas y de su biología. 
Sus montañas tienen una gran importancia para la comunidad internacional, porque contribuyen a formar el clima del planeta. Sus bosques amazónicos constituyen reservas ecológicas globales de 370 millones de hectáreas, y que tienen el potencial de proveer un valor de servicio al mundo a través de la oxigenación del ambiente, como reguladores del clima, generadores de lluvia y agua, estabilizadores de suelos y promotores de la salud general de toda la vida del planeta. Si se disloca el círculo hídrico y de energía entre los Andes y los bosques de la Amazonía, se alterarán los climas de la Tierra. La sabanización de la Amazonía y la desertificación de las montañas andinas son procesos que podrían intensificarse durante este siglo, por lo que los países andinos deben fortalecer su capacidad de gobierno en temas de gestión ambiental y de estrategias de adaptación al cambio climático, desde el ámbito local, para enfrentar con efectividad los efectos del cambio en clima que está en curso, en las magnitudes estimadas en este estudio. 
Es claro, sin embargo que para ello, el financiamiento de la adaptación por parte del mundo desarrollado es ineludible. Está en nuestras manos proteger nuestra riqueza natural, lo cual tiene un costo elevado y es una responsabilidad compartida con el resto del Mundo. En esta tarea, emprender un vigoroso movimiento que integre las políticas de los países de América del Sur para investigar lo que puede ocurrir y responder de manera conjunta a un desafío común, debe ser el punto prioritario en la agenda de la región. 

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