La moderna ciencia del clima se dedica a estudiar el pasado y
a observar e interpretar con precisión lo que está sucediendo
ahora. Los científicos utilizan una panoplia sorprendente de
medios para averiguar cuál fue la situación en el pasado. Por
ejemplo, perforan la parte superior de los casquetes polares
hasta el lecho rocoso y extraen cilindros de hielo denominados
«testigos de hielo».
En la Antártida, un equipo de investigadores
europeos extrajo recientemente testigos de hielo de una
profundidad superior a 3 km, que no se han visto afectados por
la luz ni el aire durante más de 900 000 años ()! Las propiedades
físicas del hielo y del aire contenido en pequeñas burbujas permite
a los investigadores saber cómo eran el clima y la atmósfera en
aquella época. También facilitan pistas sobre el pasado los anillos
de árboles y corales de épocas remotas, las estalagmitas y los
pólenes, semillas y hojas antiguos.
Estudiando todo ello sabemos
que las glaciaciones han alternado con períodos más cálidos y que
las temperaturas medias en la Tierra han oscilado entre
9 ºC y 22 ºC (la temperatura mundial media actual es de 15 ºC).
Estas fluctuaciones se debieron a causas naturales, tales como
las variaciones de la órbita de la Tierra en torno al Sol y del eje
de la Tierra, los cambios en la actividad solar y las erupciones
volcánicas.
Durante los últimos 8 000 años, el clima ha sido bastante estable,
con pequeños cambios de menos de 1 ºC por siglo.
Esta estabilidad
ha permitido el desarrollo de la sociedad y de los ecosistemas
tales como hoy los conocemos. Pero ahora el calentamiento se
acelera. Las causas naturales no bastan por sí solas para explicar
un calentamiento tan rápido, sin precedentes por lo menos en los
últimos 1 000 años, o 2 000 años según algunos estudios.
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