domingo, 30 de diciembre de 2012

Los desafíos de la subregión andina - III

Indudablemente, lo que está en discusión es el cómo mejorar la calidad, la focalización y la efectividad del gasto público y los programas sociales, a la luz de los desafíos que implica el Cambio Climático: la escasez, la incertidumbre y el incremento de la ya elevada vulnerabilidad de la región, especialmente de ese 55% de la población. 
El PIB per cápita es un indicador muy utilizado para clasificar el nivel de desarrollo económico de los países. Los niveles alcanzados por la Comunidad Andina están aún por debajo del nivel promedio de América Latina. De acuerdo al nivel de este indicador se clasifica a los Países en desarrollados o en vías de desarrollo. Este concepto está vinculado a la disponibilidad de bienes y servicios finales por una persona promedio en un año. Es decir, tener más cosas es estar mejor y es ser más desarrollado. Es evidente que cuando no se dispone de lo básico para una vida digna, se necesita aumentar el consumo de lo indispensable en una sociedad del siglo XXI. Pero la gran pregunta es si es deseable alcanzar el contenido y las cantidades del PIB per cápita promedio de los países llamados desarrollados. En primer lugar, si se quisiera... no se podría si se mantienen los parámetros de consumo actuales que ignoren el concepto de sustentabilidad. No hay los recursos en la Tierra para producirlos. Y en segundo lugar, el tener más no significa necesariamente ser más desarrollado. Insistimos, el PIB per cápita no mide el desarrollo de una persona respecto a los ideales que profesa, los valores que norman su conducta, la creatividad de su intelecto, sus expresiones artísticas, la solidaridad con su comunidad, la responsabilidad y eficiencia en su trabajo, el cuidado y compromiso con su entorno natural y ambiental, entre otras múltiples dimensiones de la calidad de las personas y de sus relaciones con la sociedad. 
Para lograr una mayor calidad humana no se necesita todo lo que se produce en el mundo.
Los mayores conocimientos y las mejores conductas originan mayor bienestar personal y armonía social, en el marco de una vida material austera y garantizando el acceso a los servicios básicos modernos. Un estilo de vida semejante sí podría incluir a toda la población, sin depredar y agotar los recursos de la Tierra.

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