Cada vez hay que subir más alto para encontrarla. Un lepidóptero endémico de Sierra Nevada,
Agriades zullichi, es el objetivo de estudio de científicos y técnicos ambientales que intentan
determinar la evolución futura del clima en el continente europeo y, por extensión, en el resto del
planeta.
Esta pequeña mariposa de alrededor de dos centímetros de envergadura se ha convertido en
un bioindicador perfecto del cambio climático, un testigo directo de lo que ocurre en áreas muy
específicas y que acusan de forma especial cualquier modificación en las condiciones
meteorológicas y ambientales.
Este licénido (la familia en la que se engloban las pequeñas
mariposas de colores azulados con puntos negros y blancos que vemos en prados y montañas) está
catalogado como en peligro de extinción, y se da la circunstancia de que vive asociado, tanto en la
fase larvaria como en la de adulto, con una planta también exclusiva de este macizo montañoso, a la
que se conoce como Gregoria de Sierra Nevada, Androsace vitaliana subespecie nevadensis, y que
también está en peligro de extinción.
«Este binomio endémico entre la mariposa y la planta implica que lo que afecta a una repercute en la
otra», dice José Miguel Barea, especialista en lepidópteros y técnico ambiental de la Agencia de
Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía, que señala que el mayor problema de estas dos
especies «es el cambio climático, ya que hay que tener en cuenta que viven en territorios situados por
encima de 2.500 metros y llegan a superar los 3.000, lo que significa que cualquier subida, leve o
moderada, de las temperaturas, podría llevar a la desaparición local de poblaciones de estas
especies, una u otra, ya que la desaparición de la planta puede llevar consigo la de la mariposa».
La forma en la que estas y otras especies se comportan ante las modificaciones de las temperaturas
es lo que estudian desde el Observatorio de Sierra Nevada, donde ya se han detectado cambios de
comportamiento y cómo las especies animales, y también vegetales, ascienden a cotas más altas en
busca de temperaturas más frías y un hábitat donde desarrollarse, porque donde antes estaban, para
ellas, hace demasiado calor, pero cuando llegan a las cumbres ya no se puede subir más.
Agriades zullichi, debido a su total dependencia de la planta de la que se alimenta, es una especie
con un marcado carácter sedentario y con muy poca posibilidad de dispersión, lo que la convierte en
muy sensible a las situaciones de pérdida o deterioro de sus hábitats
Búsqueda
El día tres de julio, José Miguel Barea y el conservador del Espacio Natural de Sierra Nevada, Ignacio
Henares, (también especialista en mariposas) intentaban localizar ejemplares de Agriades zullichi en
una de las zonas donde habitualmente vive este lepidóptero, a 2.800 metros de altitud. Comprobaron
que el número de ejemplares era mucho menor que en ocasiones anteriores (casi inexistentes) y que
la planta se encontraba más deteriorada por el calor que años atrás, lo que sin duda afecta a la
situación de la mariposa. «Este es un signo claro de cómo la evolución del clima afecta a la viabilidad
de las especies», dice Ignacio Henares, que recuerda que a pesar de que hubo precipitaciones de
nieve hace muy poco tiempo, en abril y mayo, la ola de calor de junio ha sido tremenda y las
temperaturas han subido de forma demasiado rápida en Sierra Nevada .
Cambio de usos
Los datos aportados por los investigadores son fundamentales para establecer cuál debe ser la
gestión para la protección y mejora de los ecosistemas. «Es la información necesaria para que en los
espacios naturales protegidos sepamos qué podemos hacer para reducir la vulnerabilidad de estas
especies y evitar el deterioro de sus hábitats», dice Ignacio Henares, que recuerda que el macizo de
Sierra Nevada está considerado como el mejor territorio europeo para el estudio de la evolución del
clima, «si a eso le añadimos la presencia de numerosos lepidópteros, muchos de ellos endémicos,
que acusa de forma especial las alteraciones en el clima, estamos en el mejor escenario posible para
estudiar el cambio climático».
Según el conservador del Espacio Natural de Sierra Nevada, todo lo que ocurre a escala de miles de
kilómetros cuadrados en relación con el cambio climático en el continente europeo, en Sierra Nevada
se produce en una escala de cientos de metros. «Lo sucedido en el gran continente, ocurre igual en el
pequeño que es el macizo granadino», dice Ignacio Henares, que apunta que al mismo tiempo que
algunas especies ascienden en busca de cotas más altas, por abajo, aparecen otras que antes no
estaban dentro del territorio montañoso. Huyen de las altas temperaturas y buscan ecosistemas más
frescos.
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