Consideramos que los objetivos de la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre Desarrollo
Sostenible (UNCSD) Río+20, la "Economía Verde" y su premisa de que el mundo sólo puede "salvar"
a la naturaleza con la mercantilización de sus capacidades de dar vida y sostener la vida como una
continuación del colonialismo, que los Pueblos Indígenas y nuestra Madre Tierra han resistido durante
520 años. La "Economía Verde" se promete erradicar la pobreza, pero en realidad sólo va a
favorecer y responder a las empresas multinacionales y al capitalismo.
Se trata de una continuación
de una economía global basada en los combustibles fósiles, la destrucción del medio ambiente
mediante la explotación de la naturaleza a través de las industrias extractivas, tales como la minería, la
explotación y producción petrolera, la agricultura intensiva de mono-cultivos y otras inversiones
capitalistas. Todos estos esfuerzos están dirigidos hacia las ganancias y la acumulación de capital
por unos pocos.
Desde Rio 1992, nosotros como Pueblos Indígenas vemos que el colonialismo se ha
convertido en la base de la globalización del comercio y la hegemónica economía capitalista mundial.
Se han intensificado la explotación y el saqueo de los ecosistemas y biodiversidad del mundo, así
como la violación los derechos inherentes de los pueblos indígenas. Nuestro derecho a la libre
determinación, a nuestra propia gobernanza y a nuestro desarrollo libremente determinado, nuestros
derechos inherentes a nuestras tierras, territorios y recursos están cada vez más atacados por una
colaboración de gobiernos y empresas transnacionales. Activistas y líderes indígenas que defienden
sus territorios siguen sufriendo represión, militarización, incluyendo asesinatos, encarcelamientos,
hostigamiento y calificación como “terroristas”. La violación de nuestros derechos colectivos enfrenta
la misma impunidad. La reubicación forzosa o asimilación amenaza nuestras futuras generaciones,
culturas, idiomas, espiritualidad y relación con la Madre Tierra, económica y políticamente.
Nosotros, pueblos indígenas de todas las regiones del mundo, hemos defendido a Nuestra Madre
Tierra de las agresiones del desarrollo no sustentable y la sobreexplotación de nuestros recursos por
minería, maderería, megarepresas hidroeléctricas, exploración y extracción petrolera. Nuestros
bosques sufren por la producción de agrocombustibles, biomasa, plantaciones y otras imposiciones
como las falsas soluciones al cambio climático y el desarrollo no sustentable y dañino.
La Economía Verde es nada menos que capitalismo de la naturaleza; un esfuerzo perverso de las
grandes empresas, las industrias extractivas y los gobiernos para convertir en dinero toda la Creación
mediante la privatización, mercantilización y venta de lo Sagrado y todas las formas de vida, así como
el cielo, incluyendo el aire que respiramos, el agua que bebemos y todos los genes, plantas, semillas
criollas, árboles, animales, peces, diversidad biológica y cultural, ecosistemas y conocimientos
tradicionales que hacen posible y disfrutable la vida sobre la tierra.
Violaciones graves de los derechos de los pueblos indígenas de la soberanía alimentaria continúan
sin cesar lo que da lugar a la inseguridad alimentaria. Nuestra propia producción de alimentos, las
plantas que nos reunimos, los animales que cazamos, nuestros campos y las cosechas, el agua que
bebemos y el agua de nuestros campos, los peces que pescamos de nuestros ríos y arroyos, está
disminuyendo a un ritmo alarmante.
Proyectos de desarrollo no sostenibles, tales como monoculturales
plantaciones de soja químicamente intensiva, las industrias extractivas como la minería y
otros proyectos destructivos del medioambiente y las inversiones con fines de lucro están destruyendo
nuestra biodiversidad, envenenando nuestra agua, nuestros ríos, arroyos, y la tierra y su capacidad
para mantener la vida. Esto se agrava aún más por el cambio climático y las represas hidroeléctricas
y otras formas de producción de energía que afectan a todo el ecosistema y su capacidad para
proveer la vida. La soberanía alimentaria es una expresión fundamental de nuestro derecho colectivo
a la libre determinación y desarrollo sustentable.
La soberanía alimentaria y el derecho a la
alimentación deben ser reconocido y respetados: alimentación no debe ser mercancía que se utiliza,
comercializa o especula con fines de lucro. Nutre nuestras identidades, nuestras culturas e idiomas, y
nuestra capacidad para sobrevivir como pueblos indígenas.
La Madre Tierra es la fuente de la vida que se requiere proteger, no como un recurso para ser
explotado y mercantilizado como “capital natural”. Tenemos nuestro lugar y nuestras
responsabilidades dentro del orden sagrado de la Creación. Sentimos la alegría sustentadora cuando
las cosas ocurren en armonía con la Tierra y con toda la vida que crea y sostiene.
Sentimos el dolor de la falta de armonía cuando somos testigos de la deshonra del orden natural de la
Creación y de la colonización económica y continua, la degradación de la Madre Tierra y toda la vida
en ella. Hasta que los derechos de los pueblos indígenas sean observados, velados y respetados, el
desarrollo sustentable y la erradicación de la pobreza no se lograrán.
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