Compartimos un documento que elaboramos colectivamente
las organizaciones firmantes como introducción a un
Compendio sobre Economía Verde que estamos preparando
para Río + 20. Ante la necesidad de clarificar las verdaderas
intenciones de la propuesta de la “Economía Verde” lo estamos
dando a conocer como posición común de los colectivos que
estamos participando en este proceso.
Profundización de la crisis climática y ambiental como
camino a mejores negocios
Vivimos tiempos difíciles.
La humanidad y el planeta estamos sumergidos en una trama de diversas
crisis que parecen agravarse o enraizarse cada vez más. La crisis climática se suma a una crisis
ambiental más general, y ambas se agravan producto de la crisis económica. Al mismo tiempo,
quienes detentan poder para determinar posibles cauces de acción nacional e internacional parecen
incapaces de identificar soluciones reales. Las negociaciones internacionales giran en torno a falsas
promesas de solución, en medio de un ambiente de complacencia y autoengaño que nos recuerda el
traje del emperador: tenemos frente a nosotros la evidencia desnuda que las crisis son graves en
extremo, pero sólo escuchamos aplausos para un manto de soluciones que no son tales.
A diferencia de lo que ocurría una década atrás, ya nadie puede esgrimir ausencia de evidencia o de
conocimiento acerca de la crisis climática y de la crisis ambiental. Fueron miles y miles de
organizaciones, activistas y científicos que se dedicaron a invertir todo tipo de esfuerzos para hacer
conciencia en la sociedad y entre las autoridades. La evidencia científica y práctica es tan
abrumadora, que los intentos por ignorarlas se baten en retirada. Por momentos, cuesta hoy recordar
que no mucho atrás éramos un mundo en que casi todos los gobiernos y empresarios se negaban a
reconocer la crisis climática o, en términos más generales, la crisis ambiental. Mientras el
calentamiento y el deterioro seguían y seguían, los gobiernos hacían poco o nada y las empresas
querían que se hiciera menos aún. Sin embargo, la conciencia acerca del problema pareció abrirse
camino de a poco. Hoy, los llamados a cuidar el planeta surgen de todos los rincones. Desde las
bombillas de bajo consumo en cada hogar hasta grandes edificios corporativos que no contaminan un
ápice, nos rodean los ejemplos sobre cómo todos y cada uno debemos hacernos responsables por
las crisis y ayudar a solucionarlas.
¿Será que finalmente logramos concientizar a pueblos, gobiernos y empresarios? En parte claro que
sí y en parte claro que no. La información que hemos socializado y la experiencia cotidiana han
logrado que sectores extremadamente amplios sepan hoy que los sistemas climáticos y ecológicos
han sido profunda y gravemente alterados. Por lo mismo, sólo una agenda ideológica de corte
dogmático extremo permite negar en la actualidad que enfrentamos una crisis climática y ambiental
de proporciones incalculables. Todo indica, sin embargo, que gobiernos y empresarios no decidieron
reconocer lo obvio porque por fin vieron la luz, sino porque finalmente lograron idear o entrever formas
de hacer mucho dinero con las crisis que afectan la sobrevivencia del planeta. Todos los grandes
actores de las finanzas globales[3], así como un número creciente de fondos de inversión en cambio
climático[4] —tanto públicos como privados— con el apoyo del Banco Mundial, el FMI y los bancos
regionales de desarrollo, han elaborado documentos donde resaltan una y otra vez las grandes
oportunidades de negocios que se han creado con las alteraciones del clima y los ecosistemas. A
ellos se les suma la labor de “cheerleaders” que ejercen, más y más, los gobiernos y los organismos
de Naciones Unidas, especialmente el PNUMA, pero también FAO y UNCTAD.
Enlaces y vinculaciones externas o internasCompartimos un documento que elaboramos colectivamente
las organizaciones firmantes como introducción a un
Compendio sobre Economía Verde que estamos preparando
para Río + 20. Ante la necesidad de clarificar las verdaderas
intenciones de la propuesta de la “Economía Verde” lo estamos
dando a conocer como posición común de los colectivos que
estamos participando en este proceso.
Profundización de la crisis climática y ambiental como
camino a mejores negocios
Vivimos tiempos difíciles. La humanidad y el planeta estamos sumergidos en una trama de diversas
crisis que parecen agravarse o enraizarse cada vez más. La crisis climática se suma a una crisis
ambiental más general, y ambas se agravan producto de la crisis económica. Al mismo tiempo,
quienes detentan poder para determinar posibles cauces de acción nacional e internacional parecen
incapaces de identificar soluciones reales. Las negociaciones internacionales giran en torno a falsas
promesas de solución, en medio de un ambiente de complacencia y autoengaño que nos recuerda el
traje del emperador: tenemos frente a nosotros la evidencia desnuda que las crisis son graves en
extremo, pero sólo escuchamos aplausos para un manto de soluciones que no son tales.
A diferencia de lo que ocurría una década atrás, ya nadie puede esgrimir ausencia de evidencia o de
conocimiento acerca de la crisis climática y de la crisis ambiental. Fueron miles y miles de
organizaciones, activistas y científicos que se dedicaron a invertir todo tipo de esfuerzos para hacer
conciencia en la sociedad y entre las autoridades. La evidencia científica y práctica es tan
abrumadora, que los intentos por ignorarlas se baten en retirada. Por momentos, cuesta hoy recordar
que no mucho atrás éramos un mundo en que casi todos los gobiernos y empresarios se negaban a
reconocer la crisis climática o, en términos más generales, la crisis ambiental. Mientras el
calentamiento y el deterioro seguían y seguían, los gobiernos hacían poco o nada y las empresas
querían que se hiciera menos aún. Sin embargo, la conciencia acerca del problema pareció abrirse
camino de a poco. Hoy, los llamados a cuidar el planeta surgen de todos los rincones. Desde las
bombillas de bajo consumo en cada hogar hasta grandes edificios corporativos que no contaminan un
ápice, nos rodean los ejemplos sobre cómo todos y cada uno debemos hacernos responsables por
las crisis y ayudar a solucionarlas.
¿Será que finalmente logramos concientizar a pueblos, gobiernos y empresarios? En parte claro que
sí y en parte claro que no. La información que hemos socializado y la experiencia cotidiana han
logrado que sectores extremadamente amplios sepan hoy que los sistemas climáticos y ecológicos
han sido profunda y gravemente alterados. Por lo mismo, sólo una agenda ideológica de corte
dogmático extremo permite negar en la actualidad que enfrentamos una crisis climática y ambiental
de proporciones incalculables. Todo indica, sin embargo, que gobiernos y empresarios no decidieron
reconocer lo obvio porque por fin vieron la luz, sino porque finalmente lograron idear o entrever formas
de hacer mucho dinero con las crisis que afectan la sobrevivencia del planeta. Todos los grandes
actores de las finanzas globales[3], así como un número creciente de fondos de inversión en cambio
climático[4] —tanto públicos como privados— con el apoyo del Banco Mundial, el FMI y los bancos
regionales de desarrollo, han elaborado documentos donde resaltan una y otra vez las grandes
oportunidades de negocios que se han creado con las alteraciones del clima y los ecosistemas. A
ellos se les suma la labor de “cheerleaders” que ejercen, más y más, los gobiernos y los organismos
de Naciones Unidas, especialmente el PNUMA, pero también FAO y UNCTAD.
Enlaces y vinculaciones externas o internas
No hay comentarios:
Publicar un comentario