viernes, 30 de noviembre de 2012

1. Argumentos en pro de los derechos de la Tierra Part 3

Hay una quinta razón que sustenta nuestra tesis, que se deriva de la naturaleza relacional e informacional de todo el universo y de cada ser. La materia no tiene solamente masa y energía. Tiene una tercera dimensión que es su capacidad de conexión y de información. Desde el primer momento en que los primeros elementos materiales se formaron –los hadrions y toquarks– establecieron relaciones entre sí e intercambiaron informaciones. Este carácter de inter-retro-conexiones es transversal a todos los seres, de forma que se puede decir con los físicos cuánticos que “todo tiene que ver con todo, en todos los puntos y en todas las circunstancias”. El universo, más que la suma de todos los seres existentes y por existir, es el conjunto de todas las relaciones y redes de relaciones con sus informaciones que todos mantienen con todos. Todo es relación y nada puede existir fuera de la relación. 
Esto funda el principio de cooperación, como la ley más fundamental del universo que relativiza el principio de la selección natural. Por el hecho de que todos están dentro de un proceso cosmogénico, todos los seres tienen historia. Cada uno posee su manera de relacionarse con los demás. Por eso, tiene su singularidad, que genera cierto nivel de subjetividad. La diferencia entre la subjetividad del universo y de cada ser y la humana no es de principio sino de grado. Todos están interconectados (principio) pero cada uno realiza la conexión a su manera (grado). En nosotros, altamente compleja y por esto autoconsciente, y en el universo y en cada ser, de su manera propia y menos compleja. Este carácter informacional de la realidad, con historia y subjetividad, permite ampliar la personalidad jurídica de los seres, especialmente de la Tierra. Como muchos ya notaron, la Declaración de los Derechos del Hombre tuvo el mérito de decir “todos los hombres” tienen derechos, pero el defecto de pensar que “solo los hombres” tienen derechos. 
Las mujeres, los indígenas y los afrodescendientes tuvieron que luchar mucho para garantizar sus derechos y lo han conseguido. Ahora tenemos que poner mucho empeño para garantizar los derechos de la Madre Tierra, de la naturaleza, de los animales, de las selvas, de las aguas, en fin, de todos los ecosistemas. Si el siglo XX fue el siglo de los derechos humanos –decía el Presidente Morales en su intervención del 22 de abril de 2009 en la Asamblea de las Naciones Unidas– el siglo XXI será el siglo de los derechos de la naturaleza, de la Madre Tierra y de los seres vivos y de todos los seres. A la luz de esta visión, la democracia ya no puede ser antropocéntrica y sociocéntrica, como si el ser humano y la sociedad lo fueran todo. Ellos también están dentro del proceso cosmogénico universal y de la naturaleza. Esta visión tiene que incorporar los nuevos ciudadanos, de los que el primer de todos es la Madre Tierra –presupuesto para todos los demás–; en seguida toda la naturaleza, con sus bienes y servicios, las aguas, los ríos y océanos, la fauna y la flora, los paisajes y el medioambiente como un todo. Debe ser una democracia sociocósmica, o una biocracia, o una cosmocracia.

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