De modo que, aunque hayan disminuido las emisiones norteamericanas de carbono debido al
cierre de centrales de carbón, sustituidas por las de gas natural, ha habido una bonanza para las
empresas carboníferas norteamericanas que exportan su producto al exterior, lo que no ha
llevado a ninguna reducción neta de las emisiones de carbono del mundo en su conjunto. En
realidad, el caso es justo todo lo contrario, lo que deja en ridículo el argumento de que el gas
natural es una especie de combustible de “transición” o “puente” a un futuro energético más limpio
(dejando aparte los efectos intensamente contaminantes del proceso mismo de la fractura
hidráulica o “fracking”).
Acaso sea esta la razón por la que la administración de Obama abandonó recientemente su
compromiso de mantener el aumento de la temperatura global por debajo del umbral
absolutamente crucial de 20C, que había adoptado formalmente dos años antes. No ha de
extrañar, pues el número de permisos de perforación otorgados en el Golfo de México va a
sobrepasar la cifra concedida en 2007, y la producción será mayor, tan solo dos años después del
peor desastre medioambiental de la historia de los Estados Unidos:
Dos años después de que la Casa Blanca levantase la moratoria sobre perforaciones en aguas
profundas tras el vertido de BP, los reguladores federales han emitido más permisos que nunca
desde 2007, y mucha gente del sector espera que la producción petrolífera del Golfo de México
pronto supere los niveles anteriores al vertido.
No cabe duda de que esta producción interior extra está ayudando a ConocoPhilips, la novena
mayor empresa del mundo, a hacer ingente caja gracias al ecocidio planetario. ConocoPhilips
anunció sus beneficios del tercer cuatrimestre el 25 de octubre, que llegaron a 18.000 millones de
dólares, aunque la corporación recibe anualmente 600 millones de dólares en exenciones
tributarias, mientras que se asienta sobre 1.300 millones de fondos de reserva, y el antiguo
presidente de la empresa, James Mulva, “ganó” 18,92 millones de dólares como retribución total en
2011.
A la luz de la Frankenstormenta Sandy, apuesto a que Obama habría desearía ahora haber dejado
una pequeña reserva de principios políticos para mencionar al menos el cambio climático en uno
de los idiotizantes debates presidenciales, cuando los dos candidatos, siempre que hablaban de
energía, discutían a ver quién exactamente podía quemar cantidades mayores de combustibles
fósiles y transformar más raudamente la Tierra en un rescoldo de cenizas.
Tal como informa el New York Times, pese al hecho de que “incluso tras un año de temperaturas
que han hecho trizas todos los registros, de sequías y derretimiento de los hielos del Ártico,
ninguno de los moderadores de los cuatro debates de las elecciones generales hizo preguntas
sobre el cambio climático, y tampoco ninguno de los candidatos abordó el asunto”,
aparentemente los candidatos coinciden, no obstante, en que “Pese a todas sus disputas, el
presidente Obama y Mitt Romney están de acuerdo en que el mundo se está calentando y que los
seres humanos son al menos parcialmente responsables”. Sin embargo, el Times reconocía
también que “no queda en absoluto claro qué planea hacer cualquier de los dos al respecto”.
Y además:
A lo largo de la campaña, Obama y Romney parecen haber sido de lo más resueltos en
superar al otro como amantes del carbón, el petróleo y el gas natural, los mismos combustibles
responsables de los crecientes niveles de dióxido de carbono en la atmósfera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario