Todas estas dimensiones de la vida cotidiana
también son parte del nivel de vida de los pueblos.
En última instancia, la felicidad es un sentimientode plenitud por los logros alcanzados, por el amor
de la pareja y de los hijos, por la generosidad de los
amigos, por la verdad conocida, por la belleza del
paisaje, por la devoción religiosa, entre muchas
otras vivencias del ser humano que dan sentido
y significado a sus vidas.
El poseer más cosas materiales
genera una sensación de bienestar y
muchas de ellas son indispensables
para vivir. Pero, también hay que
reconocer que la razón de ser de la
existencia humana no se limita tan
sólo a consumir para sobrevivir.
Desde otra perspectiva, el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD ) califica
a los países de la CAN en el rango medio
del Índice de Desarrollo Humano (ID H), aunque
existen grandes desigualdades al interior
de los países.
Se reconoce, por otro lado, el avance de los
países andinos en la satisfacción de las necesidades
básicas de su población, particularmente
en las ciudades, durante los últimos 30 años;
así como el esfuerzo de los gobiernos, para ampliar
la cobertura de los programas sociales
para atender la demanda de la creciente población.
Ello se expresa en la voluntad política para
incrementar el gasto fiscal. Sin embargo,
este esfuerzo no ha sido suficiente, porque el
55% de la población todavía está por debajo de
la línea de la pobreza, siendo la situación de las
poblaciones rurales bastante más alarmante:
éstas suman alrededor de 30 millones. Esta es
la población que vive en las laderas andinas, en
los páramos y punas, en los llanos, en el bosque
seco y en la amazonía. Por eso se reclama
una estrategia de crecimiento económico con
inclusión social.
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