Este resultado, que puede ser paradójico, es una
consecuencia del patrón no sólo del aumento de
la población, sino del patrón histórico de ocupación
del territorio y de la distribución espacial del
progreso económico. En los últimos cincuenta
años, muchos países aprovecharon las ventajas
naturales que dependen precisamente de las condiciones
que son afectadas por el Fenómeno El
Niño para establecer industrias cuya productividad
estuviera íntimamente ligada a las mismas.
Estas inversiones aumentaron la densidad de la
población en estas regiones y concentraron las
inversiones, de modo que no nos debe sorprender
este aumento en la vulnerabilidad.
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