Un daño económico
estimado entre 1,5% y 2,5%
del producto bruto interno
en un país desarrollado,
puede equivaler, en una
economía de ingresos
medios, a pérdidas
potenciales entre 2,5% y
4% del PIB.
Los estudios, en particular para
los países que integran la Comunidad
Andina, muestran que el
daño potencial no es uniforme
en todo el mundo, pues el mismo
puede tener variaciones locales
que dependen del país o región
considerados.
En particular, el daño económico
tiende a ser mayor si la temperatura
inicial es mayor a la promedio,
ya que en este caso no se
materializan los beneficios que
podrían provocar, especialmente
en la agricultura, pequeñas variaciones
en la temperatura. En
efecto, si el incremento en ésta
es moderado, en los países con
una temperatura inicial menor
al promedio, podrían registrarse
aumentos en la productividad de
la agricultura, pero descensos
en los países con temperaturas
iniciales más altas. También, el
aumento de la temperatura reduce
las muertes en los países
con temperatura menor, pero las
puede aumentar en aquellos con
temperatura mayor.
Además de la temperatura inicial,
otro poderoso determinante
de la intensidad y de la extensión
del daño es el nivel de desarrollo
económico. La importancia porcentual
en el producto interno
bruto de los sectores más sensibles
al cambio climático es mayor
en los países de menores ingresos,
porque en ellos la agricultura
juega un papel fundamental
en la generación del empleo y el
valor de la producción. En estos
países, como los de la CAN, la
vulnerabilidad de la población
es probablemente mayor, dada
la menor disponibilidad de servicios
públicos, el menor desarrollo
institucional y el poco desarrollo
de los mercados financieros. Finalmente,
la capacidad de adaptación
ante los cambios, debido al
menor desarrollo institucional,
es menor en los países de inferior
desarrollo.
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