RÍO DE JANEIRO.— Presentado como “un triunfo del multilateralismo” y criticado por los
ambientalistas, el documento final de la Cumbre Río +20 llegará hoy a las manos de los 193
presidentes que se darán cita aquí para decidir la sustentabilidad del planeta, en uno de los cónclaves
más importantes de la historia.
“O Futuro que queremos” (“el Futuro que queremos”), tal el título del texto, es un documento con el que
la diplomacia brasileña intentó salvar el consenso después que el fin de semana fracasaran todas las
iniciativas para alcanzar una declaración final ante las desavenencias entre los países centrales, los
enrolados en el G-77 más China y las naciones de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América (ALBA), encabezadas por Venezuela.
“Estuvimos dos días y dos noches negociando y creo que es un documento políticamente interesante”,
explicaba una fuente de la cancillería, mientras el canciller brasileño, Antonio Patriota, lo calificó de
“triunfo del multilateralismo”, en las reuniones de coordinación de la Conferencia de las Naciones
Unidas para el Desarrollo Sustentable (Río+20). Los presidentes podrán aún efectuarle los cambios
que consideren necesarios, en un texto que para muchos ambientalistas representa “un golpe en la
cara del ciudadano del mundo, pobre o rico, porque es un documento vacío”, al decir del director
ejecutivo de Greenpeace Brasil, Marcelo Furtado.
Daniel Mittler, director de Políticas Públicas de Greenpeace, dijo que “Río+ 20 se transformó en un
fracaso épico.
La conferencia falló en términos de equidad, de ecología y de economía. Nos
prometieron ‘el futuro que queremos’ pero ahora seremos tan sólo una máquina contaminadora que
va a cocinar el planeta, vaciar los océanos y destruir las selvas tropicales”.
Para Carlos Ritti, del World Wildlife Fund (WWF) local, “la expectativa en la conferencia era muy
grande pero se transformó en una gran frustración, porque no se sabe qué es lo que se debe hacer
ahora y no hay claridad de hasta dónde se puede llegar”.
El fin de semana, la cumbre se encaminaba a terminar sin documento final, pero la presidenta Dilma
Rousseff ordenó a Patriota y al coordinador Luiz Figueiredo, hacer lo imposible para que hubiera
acuerdo y finalmente pudieron “rasguñar” uno cargado de “recomendaciones” o palabras como
“creemos” y “proponemos”, ajenas al compromiso y sin hacer hincapié alguno en la obligación de los
gobiernos y del sector privado en financiar “políticas y estrategias verdes” y en donde la cifra de 30 mil
millones de dólares para un fondo destinado a tales efectos, que aparecía en el primer documento, fue
borrada.
La ex ministra brasileña de Medio Ambiente y ex candidata presidencial Marina Silva, quien prefirió
participar de la Cumbre de los Pueblos, aseguró que “existe un liderazgo vacío en la agenda para
socorrer a la humanidad”. “En Europa hay una mujer que lidera el socorro de la vieja economía, pero
no tenemos a nadie capaz de liderar la agenda para salvar al planeta, donde no deja de aumentar la
temperatura”, expresó Silva.
A pocos kilómetros de Río Centro, en el Fuerte de Copacabana, los alcaldes de 59 ciudades, que
integran el grupo C40, se comprometieron a reducir en 1.3 mil millones de toneladas la emisión de
dióxido de carbono para el 2030, en un documento que también será enviado a los presidentes. Eso
equivale a lo que México y Brasil pueden emitir en los próximos 18 años. “Esto ayuda a enfrentar los
cambios climáticos y a mejorar la calidad de vida en nuestras ciudades”, dijo el alcalde de Nueva
York, Michael Bloomberg. (Con información de agencias)
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