Desde el informe Teeb (2008) se hace evidente
que los esquemas por servicios ambientales
son mercados que requieren para su funcionamiento
de toda una arquitectura:
En la actualidad, ya se están formando mercados
nuevos que fomentan y recompensan
los servicios proporcionados por la biodiversidad
y los ecosistemas. De hecho, algunos de
ellos tienen potencial para ampliarse. No obstante,
para ser efectivos,
estos mercados necesitan
unas infraestructuras institucionales,
unos incentivos,
unos sistemas de
fi nanciación y una gestión
adecuados: es decir, necesitan
inversión.
Ello se manifi esta en los mercados
de carbono, pero sobre
todo en el mecanismo Redd.
El informe Teeb menciona
que dichos requerimientos
consisten, en resumen, en
invertir. En este mismo sentido, la economía
verde, fundamentada en la creación de nuevos
mercados verdes transversales a todos los sectores
de la economía, requiere de altas sumas
de inversión.
Invertir entre 2010 y 2050 el 2% del PIB mundial
para enverdecer diferentes sectores de la economía
implica dirigir múltiples fuentes de financiamiento,
fundamentales para una transición:
serán necesarios grupos de capitales concentrados,
como los controlados por los inversionistas
de largo plazo, tales como las instituciones
financieras públicas, los bancos de
desarrollo, los fondos soberanos y algunos fondos
de pensiones y de seguros, cuyos pasivos
no son exigibles a corto plazo (Pnuma, 2011).
Es decir, inversión por parte de capitales estables,
de instituciones financieras, inversiones
públicas apoyadas por una reforma de subsidios
y reformas fiscales, mecanismos a gran escala
de comercio de emisiones, entre otras.
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