Otra de las respuestas a la crisis climática promovidas
desde las Naciones Unidas y la institucionalidad
internacional consiste en buscar
la reducción de las emisiones, evitando que se
produzcan, específicamente en los bosques y
selvas. En 2007, la Convención Marco de Naciones
Unidas sobre Cambio Climático, COP 13, que
tuvo por sede a Bali, reelaboró el concepto de
compensaciones forestales y adoptó lo que se
conoce hoy como medidas para reducir emisiones
provocadas por deforestación y degradación
de bosques, o mecanismo Redd. Tres años
después, en Cancún, la COP 16 aprobó los programas
Redd.
Redd se fundamenta en que, para
detener la deforestación, hay
que compensar económicamente
a los que deforestan. Pablo Solón
(2011: 347 - 348) lo explica de
manera sencilla: “si no talas árboles
no podrás emitir certificados
de disminución de la deforestación
cuando entre en funcionamiento
el mecanismo de Redd.
Consecuencia: deforesta ahora si
quieres prepararte para Redd”.
De esta manera, Redd paga a
aquellos que han destruido las
selvas y los bosques. Hay que
deforestar, de modo que luego se recibirán
compensaciones para dejar de hacerlo. Dicho
de otra manera, Redd, como los otros mecanismos
del comercio de emisiones, no resuelve el
problema, y además, tiende a profundizarlo: las
empresas altamente contaminantes pueden
seguirlo haciendo pues compensan sus emisiones
comprando la capacidad de absorción
de carbono de las selvas en algún otro lugar del
planeta. “(...) Redd, explica Ribeiro, acepta que
dejando un 10 por ciento del área que piensan
deforestar, puedan recibir créditos de carbono
o pagos por ‘deforestación evitada’ ” (Ribeiro,
2011).
Además, las empresas pueden incluso
especular con los bonos de carbono, vendiendo
y revendiendo, literalmente, puro aire (Ribeiro,
2011). “Otro típico escenario de ‘ganar-ganar’ ” ,
agrega la autora.
En esa lógica, la estrategia Redd cae como anillo
al dedo a los mayores contaminantes y emisores
de gases de efecto invernadero: de un lado,
les facilita utilizar un maquillaje verde, pues se
presentan como ambientalmente responsables;
de otro, les otorga permisos para ampliar
la frontera de exploración y explotación petrolera,
pues la destrucción de una zona se compensará
con la financiación que hagan de esos
proyectos en otra zona y/o con la compra de
créditos de carbono.
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