El CERN (European Organization for Nuclear Research), realizó el pasado año un
experimento para comprobar la conexión entre el cambio climático y la radiación
incidente sobre la atmósfera.
Durante las últimas décadas se lleva estudiando la existencia de los rayos cósmicos. Nuestro
planeta está constantemente bombardeado por partículas cargadas. Se estima que cada
segundo llegan a las capas exteriores de la atmósfera unas 1000 partículas por metro cuadrado.
Este flujo de partículas está constituido en un 90% de protones, 9% de partículas alfa y el resto
son núcleos más pesados que el hidrogeno.
La fuente más importante de los rayos cósmicos
son las supernovas.
Los protones, al impactar en la atmósfera llegan a ionizar compuestos volátiles, que luego se
condensan formando aerosoles.
La cantidad de rayos cósmicos que llegan al planeta depende del sol. Si se emite mucha
radiación solar, el campo magnético terrestre frena esa radiación. Por el contrario, a lo largo de
periodos de baja actividad solar, una mayor cantidad de rayos cósmicos alcanzan la tierra.
Diversos científicos comparten la idea de la conexión entre cambio climático y rayos cósmicos.
Según ellos, durante periodos de alta actividad solar, menos rayos cósmicos llegan a la
atmósfera y por lo tanto se produce una reducción de la cobertura nubosa en todo el planeta.
Esto llevaría a un calentamiento a escala global de la superficie terrestre.
Entre estos científicos se encuentra Henric Svensmark, quién lleva varios años estudiando la
relación entre los rayos cósmicos y la cobertura nubosa planetaria.
Otros científicos no tan a favor, cuestionan la credibilidad del estudio, concluyendo que los
resultados suscitan más preguntas que respuestas.
Por otro lado, el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), realizó un estudio
para conocer el efecto de los rayos cósmicos sobre la formación de aerosoles atmosféricos.
Los aerosoles atmosféricos son los responsables de la formación de gran parte de las gotas de
una nube. Por lo tanto, conocer el origen de la formación de los aerosoles es importante para
entender el clima.
A este experimento lo denominaron CLOUD, y se realizó en un laboratorio recreando
condiciones atmosféricas. A esta “atmósfera artificial” se le bombardeó desde el acelerador de
protones sincrotrón, con un haz de partículas de rayos cósmicos artificiales.
Los resultados obtenidos en el proyecto CLOUD indicaron que a unos pocos kilómetros hacia
arriba en la atmósfera, los rayos cósmicos promovían la formación de ácido sulfúrico y vapor de
agua. Por el contrario, en la baja atmósfera, a un kilómetro de la superficie terrestre, los
resultados mostraban que son necesarios más vapores como el amoniaco. Se llegó a la
conclusión que el ácido sulfúrico, agua y amoniaco, por sí solos, no explican la formación de los
aerosoles, y por lo tanto, otros vapores tienen que estar involucrados en este proceso. El
siguiente paso de CLOUD será encontrar que vapores están involucrados.
De momento no está claro del todo esta conexión, pero con el paso de los años, se irán
abriendo nuevas ventanas a la gran incógnita que es el cambio climático.
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