Veinte años después de que se hiciera la
primera Cumbre de la Tierra en Río de
Janeiro, se celebrará en esta misma ciudad la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo
Sostenible, que se conoce más en todo
el mundo como Río + 20. En esta oportunidad,
la noción de economía verde estará en el centro
de los debates y podría defi nir un nuevo
marco conceptual para la formulación de políticas
de los organismos multilaterales en los
próximos años y las bases de una estructura de
gobernanza ambiental global.
Al respecto, hay avances en lo que se busca con
esta gobernanza. Principalmente, existen inquietudes
por la fragmentación institucional,
que obedece a la multiplicidad de entidades y
acuerdos existentes y a las difi cultades para integrar
las consideraciones y el cumplimiento de
los acuerdos ambientales en las estrategias de
desarrollo. Esto alerta por cuanto una reforma
de la gobernanza ambiental internacional debería
darse en el marco del desarrollo sostenible,
para responder a las crisis fi nanciera, energética,
alimentaria y climática. En ultimas, considerando
que dicha dimensión se planteó en el Nuevo
Acuerdo Verde Global (Pnuma, 2008).
La gobernanza ambiental internacional tiene
entonces entre los objetivos avanzar en la integración
de un marco institucional global, lo que
no implica defi nir un organismo único como autoridad.
Más bien sí, adelantar la conjunción de
los acuerdos ambientales existentes. Por otra
parte, imbricar las consideraciones ambientales
en el marco del desarrollo sostenible, lo que
concierne también a las políticas de desarrollo,
en el sentido de hacer un ejercicio transversal
en todos los sectores de la economía, que permita
que las acciones de mitigación de emisiones
de carbono vinculadas a mecanismos de
mercado sean parte integral de las políticas y
de las medidas macroeconómicas.
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