El calentamiento global tiene un efecto perceptible
en el ciclo hidrológico a través del cambio en los patrones
de precipitación, así como en la intensidad
y los extremos, como sequías e inundaciones.
El agua está íntimamente relacionada con cada aspecto de la vida humana, y el manejo
sustentable de los recursos hídricos es un elemento integral para el logro de la seguridad
alimentaria y energética, además de propiciar la salud y la prosperidad de las
comunidades. Lograr satisfacer las necesidades humanas, y al mismo tiempo mantener
los ecosistemas saludables, es un reto que requiere de aportaciones y experiencia por
parte de todos los actores involucrados en la solución sostenible de los retos del desarrollo.
La evidencia científica apunta al hecho de que el calentamiento global tiene un efecto
perceptible en el ciclo hidrológico a través del cambio en los patrones de precipitación,
así como en la intensidad y los extremos, como sequías e inundaciones. Los cambios en
la humedad del suelo y el escurrimiento, así como la reducción en la cobertura de la
nieve y el derretimiento generalizado de hielo, se han vuelto más evidentes, conduciendo
a fluctuaciones en la disponibilidad de agua, tanto en el tiempo como en el espacio,
afectando los regímenes de flujo de los ríos. El incremento en la temperatura del agua,
aunado a las inundaciones y sequías, también afecta su calidad, aumentando los contaminantes.
El aumento en el nivel del mar reducirá la cantidad de agua dulce en las zonas
costeras, a través de la intrusión salina en los embalses de agua dulce; se estima que más
de la mitad de la población mundial vive en estas zonas, y se proyecta un crecimiento en
este porcentaje en el futuro. Tan sólo en Estados Unidos desde 1970, cada día cerca de
2,000 casas han sido construidas en áreas costeras (Atlas de los Océanos de la onu). Esta
situación ha llevado al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (ipcc, por sus
siglas en inglés) a concluir en su Cuarto Informe de Evaluación que “Los impactos del
agua [relacionados con el cambio climático] son factores clave para todos los sectores y
regiones” (ipcc, 2007). Los impactos específicos dependen del curso de varios factores,
como latitud, altitud, distancia respecto a las costas, densidad de población y vegetación.
Las prácticas en la gestión del agua del pasado, que en su mayoría fueron diseñadas
con base en condiciones hidrológicas relativamente invariables, serán inadecuadas
para enfrentar los impactos del cambio climático. Incluso, la actual variabilidad climática
frecuentemente excede la capacidad de los instrumentos de gestión del agua que
ya se han puesto en marcha. Aunado a los retos del cambio climático, el crecimiento
poblacional y los cambios en los patrones de consumo y producción apuntan claramente
a la convicción de que es el momento de mejorar la gestión del agua.
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