sábado, 16 de marzo de 2013

Salvemos a la humanidad de su extinción - III

Comunidad de comunidades 
El espíritu comunitario se extiende más allá de la comunidad. Conozco tres casos (debe haber más) de comunidad de comunidades: En el norte de Colombia existe el Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC, a cuyo 40º aniversario f ui invitado el pasado año (pedir su boletín a prensa@cric-colombia.org). A pesar de la guerra interna que la hace víctima de ataques de los actores de esa guerra, continúa f uerte. Es reconocido por la constitución Colombiana. Está constituido por 115 Cabildos y 11 Asociaciones de Cabildos de los pueblos Totoró, Guanaco, Coconuco, Nasa, Guambiano, Yanacona, Inga y Eperara, agrupados en 9 zonas, cada una de las cuales está representada en la junta directiva. Los 9 representantes de las zonas tienen igual categoría, no hay Presidente ni Secretario General. Luego de 2 años de f unción se cambian totalmente, no hay reelección, pues “todos tenemos cabeza, no existe la persona imprescindible”. Los Kuna de las islas de Panamá cuya rebelión armada de 1929 f ue apaciguada por el reconocimiento constitucional a su derecho de autogobierno. Su institución política f undamental es la gran Casa del Congreso, Onmaked Nega, que f unciona en cada comunidad y constituye un centro deliberativo y ejecutivo. La Casa del Congreso es presidida pero no dominada por los Sailas, líderes de las comunidades. Su organización política ancestral se ha f ortalecido a través de sus Congresos Locales (comunidad) y Generales (comarca), los que, mantienen una f uerte cohesión y conservan el poder de decisión sobre las actividades que se realizan en su territorio y conservan el control sobre la def ensa y convivencia con la naturaleza. El tercer caso que conozco son las comunidades zapatistas de Chiapas, México. A dif erencia de Colombia y Panamá, la constitución mexicana no reconoce la legalidad de su f orma de organización, pero dichas comunidades de comunidades, dirigidas por las denominadas “Juntas de Buen Gobierno”, están resguardadas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que las def iende contra el llamado “mal gobierno” de México. Ahí no gobierna, como se cree, el EZLN, las “Juntas de Buen Gobierno” son completamente civiles. Si un miembro del EZLN quiere participar de ellas, previamente debe renunciar al EZLN. La tierra es cultivada colectivamente. Los miembros de las Juntas de Buen Gobierno no ganan sueldo ni lo necesitan, pues les toca su parte de la cosecha. Cuando terminan su período vuelven a trabajar la tierra y otro campesino ocupa su lugar. El 21 de diciembre, señalado por sus antepasados mayas como el comienzo de una nueva época y por los comercializadores como el f in del mundo, más de 40,000 personas marcharon en silencio bajo la lluvia mostrando que existen. Éstos son ejemplos locales de gobiernos ecosocialistas. En alguna parte leí que f elicitaban a los indígenas por su def ensa de la naturaleza y que sólo nos f alta enseñarles socialismo. Creo que en eso es mucho lo que tenemos que aprender de ellos. Sin embargo en Sudamérica no podemos usar el término “ecosocialista” por lo siguiente: Es indudable que en la lucha de liberación de los países sudamericanos, ha signif icado un gran paso el ascenso de los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, que han desaf iado el poder del imperialismo norteamericano y de las oligarquías nativas. Sin embargo dichos gobierno todavía no han podido desprenderse de la lógica de producción del sistema que ha colocado a nuestros países en el rol de extractores de materias primas al servicio de ellos, ni de la lógica del denominado “desarrollo” que está llevando al abismo a la humanidad. Éstas y otras razones les llevan a enf rentarse contra las poblaciones indígenas. Estos gobiernos se llaman a sí mismos los del “Socialismo del Siglo XXI” Por lo tanto, si le digo ecosocialista a un indígena venezolano, ecuatoriano o boliviano, me contestarán que están luchando contra el “Socialismo del Siglo XXI”: El indígena Yukpa de Venezuela def endiendo sus tierras ancestrales contra el ataque de ganaderos y el ejército gubernamental. El indígena yurakaré de Bolivia me dirá que Evo Morales quiere f avorecer a una empresa brasileña para construir la vía del Tipnis que destruirá su tierra que a la vez es parque nacional de reserva. El indígena ecuatoriano me contestará que está en una f érrea lucha contra Correa que f avorece la depredación de su tierra por las petroleras transnacionales. Por otra parte, si le digo a un Mapuche de Chile que es ecosocialista me contestará que él ha luchado contra el gobierno “socialista” de Bachelet que aplicó la ley de represión anti-mapuche de Pinochet.

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