Como se puede observar,
los países del cuadro 2 son ricos
(desarrollados), con muchos
habitantes (en desarrollo) o
ambos. Sin embargo, aunque las
emisiones totales de estos grupos
pueden ser comparables, las
condiciones en las que se generan
suelen no serlo: mientras que en
una nación en desarrollo éstas
son de supervivencia, al cubrir las
necesidades básicas de una gran
población, una desarrollada con
mucho menos habitantes puede
generar una cantidad mayor al
elaborar bienes y servicios para
mantener altos niveles de confort.
Para ilustrar esto, basta comparar
las emanaciones de CO2 e
ingreso per cápita de un chino
(0.5 toneladas de carbono al año
por habitante –tonC/año/hab– y
3 105 dólares de ingreso per
cápita) o un hindú (0.2 tonC/año/
hab y 2 077 dólares) con las de
un estadounidense (5.6 tonC/año/
hab y 29 605 dólares).29
Otro factor de desequilibrio
es la disponibilidad de
combustibles, tecnologías
eficientes y conocimientos, pues
producir el mismo bien o servicio
puede significar volúmenes de
emisión muy diferentes al variar
estos aspectos.
Con base en los pronósticos
de crecimiento económico
regional y la demanda de energía,
se espera que las emisiones de
carbono de las dos primeras
décadas de este siglo aumenten
a una tasa promedio anual de
2.1%, más del doble de la que
se registró de 1990 a 1997.
Del incremento de las emisiones
globales de carbono, se prevé
que 70.0% se deba a países
en desarrollo: tan sólo las
proyectadas para China podrían
constituir 33.0 por ciento.
Por su parte, las del mundo
industrializado representarían
23.0% y los países de Europa
del este y de la antigua Unión
Soviética contribuirían con el
restante 7.0 por ciento.30
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