La Unión Europea, convencida de que en tanto que gran potencia
económica tiene el deber de predicar con el ejemplo, está en la
vanguardia del combate mundial contra el cambio climático.
Durante las negociaciones del Protocolo de Kyoto, los quince
países que en aquel momento integraban la UE (destacados en
amarillo, véase el recuadro de la página siguiente) asumieron
un objetivo particularmente ambicioso: reducir sus emisiones
colectivas de gases de efecto invernadero en un 8 % con respecto
a los niveles de 1990 para 2012. Posteriormente, decidieron
en qué medida tenía que contribuir cada país al logro de este
objetivo colectivo, teniendo en cuenta su situación económica
y su estructura industrial. La mayoría tendrá que reducir sus
emisiones, pero a algunos se les permitirá incrementarlas hasta
cierto límite, mientras que otros deberán mantenerlas en los
niveles de 1990.
Los diez países que se incorporaron a la UE el 1 de mayo de 2004
(destacados en azul), excepción hecha de Chipre y Malta, tienen
objetivos propios con arreglo al Protocolo.
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