La reducción de seis gases de efecto invernadero fue el principal compromiso del Tratado de
Kioto firmado en 1997. El documento especificaba que, entre el 2008 y el 2012, los estados
firmantes debían reducir al menos el 5% de sus emisiones. En menos de un mes se vence el
plazo y ese compromiso no se ha cumplido.
María Amparo Albán, miembro del Centro Ecuatoriano de Derecho Ambiental, CEDA, cree que
el contexto económico no es favorable para asumir nuevos compromisos.
“Los ánimos para lograr emprendimientos son nulos y las expectativas respecto a un acuerdo
de cambio climático, pocas”.
Los resultados de últimas Convenciones Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático han demostrado que no hay compromiso. Daniel Ortega, director de Medio Ambiente
y Cambio Climático de la Cancillería, opina que en Doha, Catar es evidente que los intereses
públicos se superponen al interés colectivo. “No hay claridad de que el protocolo de Kioto se
renueve en un segundo periodo”, agrega.
Reforestación
La tala de árboles no baja
La deforestación causa el 18,12% de las emisiones de carbono del mundo; los bosques son el
hogar del 80% de la biodiversidad terrestre.
La información es parte de un reporte de las Naciones Unidas que también afirma que más de
13 millones de hectáreas de bosque se pierden al año producto de la deforestación.
El Programa de Naciones para el Medio Ambiente fomenta la reforestación mediante el
programa Planta por el planeta.
Hasta el momento, en todo el mundo, se han plantado 12,6 billones de árboles; la meta es que
cada país siembre 14 billones. En la página web de esta campaña se registra que en Ecuador
se han plantado 9 millones.
El más reforestado es Etiopía. Le siguen México con 1 000 millones de árboles, seguido por
Turquía con 105 millones y Kenia con 100 millones
Hoy, los bosques primarios o vírgenes solamente componen el 36% de la cobertura de
bosque del mundo (1,35 mil millones de hectáreas).
La continua pérdida de estos bosques es significativa porque almacenan más carbono y
albergan más biodiversidad que los bosques plantados y en regeneración. Los bosques
secundarios y de regeneración natural representan un 57% (2,15 mil millones de hectáreas).
Los bosques del mundo almacenan 289 gigatoneladas (miles de millones de toneladas
métricas) pero esto podría cambiar si el nivel de deforestación sigue en ese nivel y el de
reforestación no aumenta.
Fondo verde
Financiamiento no se concreta
El Fondo Verde para el Clima está destinado a asistir a los países pobres a afrontar el cambio
climático. Debido a la cantidad de países que acordaron crearlo, este fondo podría tener un
presupuesto mayor que el del Banco Mundial. Sin embargo, ahora está vacío y tampoco hay
compromisos financieros para alimentarlo.
El panorama es desesperanzador a pesar de que el fondo, según lo acordado en el 2011 en
Durban, deba empezar a entregar dinero a inicios del 2013.
“El asunto ha llegado a un punto crítico. Los países en desarrollo están amargados pues ven,
una vez más, que las naciones industriales no cumplen sus promesas”, dijo el asesor de
políticas sobre cambio climático de Oxfam International, Timothy Gore, en la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
La meta es invertir 100 000 millones de euros anuales en la protección ambiental y en la
adaptación al cambio climático a partir del 2020. La comunidad internacional no se pone de
acuerdo acerca del financiamiento a largo plazo.
Se pretende recabar fondos públicos pero también se buscará inversión privada. El
inconveniente es que no se concretan los mecanismos para hacerlo.
Actualmente el dinero destinado a combatir el cambio climático proviene de distintas
instituciones: Adaptation Fund, Global Environment Facility, y un sinnúmero de proyectos
dentro de la cooperación bilateral para el desarrollo.
Combustibles fósiles
Se requieren energías limpias
El carbón, aceite, gas natural y petróleo son combustibles fósiles. Este último provee el 38% de
la energía mundial total. En la mayoría de países el petróleo sigue siendo la fuente principal
para producir energía además de ser la materia prima para el plástico.
La extracción y el uso de los combustibles generan mayor cantidad de gases de efecto
invernadero. Es decir que las naciones, al firmar los acuerdos de reducción de estos gases
contaminantes, se comprometen a disminuir el uso de petróleo, una propuesta que aún resulta
difícil de cumplir para los mayores emisores, EE.UU. y China.
Por eso, muchos países desarrollados se han negado a firmar el segundo compromiso (de
Kioto) o han puesto condiciones para sumarse, mientras los países en desarrollo insisten en
establecer el segundo compromiso.
En el 2011, la concentración de dióxido de carbono (CO2, principal gas con efecto invernadero)
en la atmósfera alcanzó 390 ppm, o sea 40% más de lo que estaba en la época preindustrial
(280 ppm), subrayó la semana pasada la Organización Meteorológica (OMM).
Las cifras sobre el aumento de gases de efecto invernadero son preocupantes y seguirán en
aumento si no se empieza a utilizar energías alternativas.
Algunas naciones hacen esfuerzos individuales por aumentar el uso de energías limpias, como
Alemania, donde el 19,9% de la producción eléctrica del país ya proviene de energía renovable.
Temperatura
El deshielo sigue en aumento
Bajar el 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero evitaría ese temible aumento de
temperatura de 2°C en el año 2020.
A pesar de que varios estudios apuntan a que esta reducción es imposible porque los países
no han tomado medidas drásticas para la reducción de estos gases contaminantes, el informe
Climate Action Tracker difundido la semana pasada plantea que esta alternativa siguen siendo
factible.
El Banco Mundial, en cambio, es menos esperanzador al difundir que el próximo siglo la
temperatura aumentaría en 4°C.
Las consecuencias más evidentes de este aumento de temperatura han tenido su escenario
en las zonas árticas.
Un estudio reciente de la NASA determinó que la extensión de la capa de hielo del océano
Ártico en septiembre del 2012 era de 3,40 millones de kilómetros cuadrados por debajo de la
media calculada entre septiembre del 1979 al 2000. Es decir, que el área de hielo perdido
equivale a dos veces a Alaska.
Que el Ártico se descongele no se reduce a un problema paisajístico. Su hielo es crucial para la
fauna, mantiene estable la región polar y ayuda a moderar el clima del planeta.
Otro ejemplo para demostrar que la situación es la más crítica en los últimos 50 años es
Groenlandia. En cuatro días (en septiembre) el 97% de la parte más superficial del hielo que la
cubre se derritió, cuando lo habitual cada verano era que solamente se viera afectada la
mitad de la superficie.
La desaparición de glaciares no solo aumenta el nivel del mar, sino que abre nuevas rutas
marítimas, da acceso a yacimientos de petróleo y gas y, de paso, a potenciales disputas por las
fronteras. Las poblaciones costeras serían las primeras afectadas.