A lo largo de la historia de la vida en la Tierra existieron episodios de calentamiento y
enfriamiento del clima. Uno de esos eventos es el conocido como Joven Dryas o Dryas
Reciente (Younger Dryas) ocurrido a finales del Pleistoceno entre hace 12.700 y 11.500 años
atrás. En esa época, los habitantes del planeta- principalmente los que vivieron en la región
septentrional- temblaron por frío, más allá de lo que estaban acostumbrados.
Sobre las causas de ese cambio brusco de temperatura existen hipótesis generalmente
aceptadas, a las que investigadores del Departamento de Geociencias de la Universidad de
Massachussets y el Instituto de Ciencia Marina de la Universidad de Alaska plantean ciertos
cambios.
Según los científicos Alan Condron y Peter Winsor, un cambio de tres mil kilómetros en
corrientes de aguas profundas y una desaceleración de la circulación termohalina del Atlántico
Meridional (AMOC)- responsable del clima templado en Europa- fue la causante de un
enfriamiento mayor al actual en el Atlántico Norte. (1)
“Llegamos a la conclusión de que era más probable que hubiese provocado el enfriamiento del
Dryas Reciente la descarga de agua de deshielo Ártico en lugar del ocurrido en el valle de San
Lawrence”, como plantea una hipótesis previa, escribieron los científicos en la revista PNAS
(Proceedings of the Nacional Academy of Sciences).
Tal hipótesis difundida hace 20 años en la revista Nature sugirió que una abrupta regresión del
flujo del lago Agassiz a través de los Grandes Lagos y del Valle de San Lawrence debilitó la
circulación termohalina del Atlántico Meridional (AMOC). Otro estudio del que también se hizo
eco la prestigiosa publicación británica en el 2005 propuso un debilitamiento de esa corriente
en el Océano Ártico a través del Valle Mackenzie.
Mediante el empleo de un modelo matemático, los autores del estudio actual evidencian que el
efecto del deshielo sobre la circulación termohalina en el Atlántico Norte y en todo el océano
Ártico fue casi idéntico. A través del modelo computarizado, los expertos analizaron la
circulación del océano y del hielo marino a una resolución entre 10 y 15 veces mayor que las
simulaciones precedentes para entender como actuó el deshielo para desencadenar el Dryas
Reciente.
Concluyeron que el flujo de agua dulce producto del deshielo podría ser capaz de
enfriar el sistema climático.
Los resultados de esta investigación permiten comprender la sensibilidad del clima a los rápidos
incrementos del aumento del flujo de agua dulce en el océano. “Nuestro modelo se ha
diseñado específicamente para entender la sensibilidad del sistema climático a las descargas
de agua producto del deshielo desde dos puntos geográficamente diferentes”, expresaron los
científicos. (2)
Más allá de lo que muestren los modelos, lo cierto es que el Joven Dryas constituyó un cambio
brusco de temperatura que afectó principalmente al hemisferio norte. ¿Podría ocurrir lo mismo
en un futuro? Según los investigadores, eso es posible. “El mismo enfoque debe ser usado
para entender el impacto del aumento de las tasas de fusión del hielo marino del Ártico y de la
Capa de Hielo de Groenlandia en la estabilidad de nuestro clima de hoy”, consideraron.
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