sábado, 16 de marzo de 2013

Salvemos a la humanidad de su extinción - IV

Represión 
Las represiones más terribles que ha vivido la humanidad han sido las dirigidas por la “civilización” contra las poblaciones indígenas. En América se realizaron innumerables masacres. En el Perú y Bolivia los españoles entregaban anualmente a los explotadores de las minas, una determinada cantidad de indígenas, al año siguiente volvían a entregarle la misma cantidad. De modo que se estableció un sistema peor que el esclavismo, puesto que al dueño del esclavo no le convenía que su esclavo muriera, del mismo modo que no le convenía que su burro muriera. En el sistema de encomiendas y repartimientos no importaba cuántos indígenas murieran, ya que, si por ejemplo el dueño de la mina recibía 100 indígenas por año y morían 50, al año siguiente le repondrían los 50 que murieron y volvería a recibir 100. De modo que quienes entraban en la mina no volvían a salir sino ya muertos. Por esta razón los indígenas pref erían suicidarse antes que entrar a la mina y las madres mataban a sus hijos para evitarles el suf rimiento. Esa f ue una de las razones del levantamiento de Tupac Amaru, a quien se le castigó haciéndole presenciar las mutilaciones a su esposa y luego se le descuartizó vivo. Ya en la época republicana en Uruguay se invitó amistosamente a los charrúas para masacrarles en la matanza de Salsipuedes. En Estados Unidos f ue f uerte la resistencia contra los invasores que adornaron sus atropellos en las películas de cowboy. En Argentina continuó la guerra contra los nativos aún bajo el presidente Sarmiento que es calif icado como “maestro de las Américas”. Hay un monumento al gran asesino de indígenas, el general Roca. Los mapuches en Chile que consiguieron f irmar un pacto con los españoles, en el que éstos tuvieron que reconocer el derecho a su territorio, f ueron conf rontados con la negativa del gobierno republicano chileno que desconoció ese tratado. Por eso la lucha continúa y los mapuches no se reconocen a sí mismos como chilenos sino como mapuches atacados por los chilenos. En Cuba la rebeldía de los indígenas hizo que los exterminaran y usaran esclavos af ricanos para sustituirlos. El esclavismo al que f ueron sometidos los nativos af ricanos, las matanzas en Asia y Oceanía, son parte de esa represión “civilizada”. A los indígenas de América se les aplastó, pero por lo menos continuaron viviendo y muriendo en la tierra de nuestros ancestros, mientras que a los indígenas af ricanos se les arrancó de su tierra y se les mezcló con otros esclavos de modo que ni siquiera pudiesen mantener su lengua. Los esclavos af ricanos realizaron cientos de rebeliones en América. En Haití se realizó la primera revolución de independencia en América Latina. Los opresores de todo el mundo, incluyendo quienes luchaban por la independencia de sus países, aislaron y/o atacaron Haití. Ni Bolívar, quien había recibido ayuda de Haití,le retribuyó esa ayuda. Hoy día, por orden de los amos del mundo, Haití está invadida por ejércitos coloniales de la ONU, de los que vergonzosamente f orman parte tropas enviadas por el gobernante indígena de Bolivia. Los esclavos que escapaban f ormaban colectividades que son ejemplo de democracia y solidaridad humana. No hay espacio para continuar enumerando los atropellos de la “civilización” antigua y actual contra los indígenas. Personalmente también suf rí esa represión anti-indígena: Por haber participado en la lucha que abolió la servidumbre f eudal a que estaban sometidos los indígenas peruanos f ui encarcelado y pidieron dos veces la pena de muerte para mí. Fue sólo gracias a la activa solidaridad internacional que no aplicaron la pena de muerte y posteriormente me liberaron. En Estados Unidos Leonard Peltier (“Yo soy toda esa voz india y grito desde millones de tumbas con almas inquietas”) está condenado a dos cadenas perpetuas consecutivas, espero que los ecosocialistas de ese país tomen como una de sus tareas luchar por la liberación de ese ecosocialista indígena. La lucha contra el sistema se extiende En muchos países de América Latina, las poblaciones indígenas y no indígenas luchan f uertemente contra la opresión extractivista de las empresas transnacionales, quienes, apoyados por sus gobiernos sirvientes, atacan la naturaleza en las f ormas señaladas arriba. Af ortunadamente, también en las ciudades hay surgimiento de sociedad colectivista, como es el caso de las f ábricas tomadas por sus trabajadores en Argentina, donde en muchas partes y desde hace muchos años los trabajadores se hicieron dueños de empresas que quebraron sin pagarles. En muchos de los casos la legalidad del sistema ha tenido que reconocer su derecho a convertirse en los propietarios. Ahí los trabajadores f uncionan en f orma estrictamente horizontal, absoluta y verdaderamente democrática. Como son los obreros quienes administran, la f ábrica crece, se necesitan nuevos obreros, éstos no son empleados de los f undadores, tienen los mismos derechos que ellos. Hay muchas otras manif estaciones de rebeldía ante las imposiciones inhumanas del sistema. Por ejemplo, contra la imposición de la alimentación humana en f unción del benef icio de la llamada “industria alimentaria” que sacrif ica la salud de la población para satisf acer la voracidad de ganancia de las empresas, surgen convenios entre cooperativas campesinas que producen en f orma ecológica y grupos de poblaciones urbanas que son conscientes de que deben alimentarse en f orma sana. En Grecia un grupo de jóvenes organizó la venta directa de los campesinos a los consumidores, sin pasar por los supermercados. Hay poblaciones en México que tienen una moneda propia usada para el intercambio interno. Continúa la explosión de los pueblos árabes contra los regímenes despóticos. Como el sistema también está atacando a las poblaciones de los países desarrollados, principalmente para servir a la banca y a las compañías f inancieras, las poblaciones de ellos también protestan, manif estaciones democráticas de este tipo son “l@s indignad@s” de España y “Ocupa Wall Street” en Estados Unidos, así como la batalla internacional europea en varios países el 14 de noviembre pasado. También en esos países vemos luchas en def ensa de la naturaleza, como el movimiento “no al Tav” en el norte de Italia, la cadena humana contra la energía atómica en Alemania, el triunf o del ref erendo en Italia contra la energía atómica y la privatización del agua, la resistencia contra el f racking en Estados Unidos. En Canadá hay procesos muy importantes: Organizaciones ecologistas de ese país impulsaron una movilización internacional contra la minería canadiense el día de Pachamama, 1º de agosto. En diciembre último se inició la movilización de miles de indígenas y quienes les apoyan. Los indígenas se desplegaron por varias ciudades canadienses bajo el lema “Nunca Más Inactivos” (Idle No More). Su lucha es contra la opresión colonial que suf ren y en def ensa del medio ambiente. Volver a nuestras raíces éticas La humanidad está en un dilema: O retorna a su ética primitiva que sobrevive en los pueblos indígenas del mundo o fenece. Retornar a su ética primitiva es volver a la sociedad ecosocialista de amor y respeto a la Madre Naturaleza y de organización horizontal donde todos manden. En ella se extinguirá la sociedad de consumo, que identif ica f elicidad con acumulación egoísta de dinero. Volverá a sentirse la prof unda solidaridad humana, en la que el “otro” deja de ser un competidor para convertirse en “otro yo”. Seremos dif erentes respetando las dif erencias. Desaparecerá el machismo, el racismo y todo tipo de discriminación. La “industria alimentaria” actual tiene el objetivo de lograr que las empresas ganen la mayor cantidad posible de dinero, no importando si sus productos benef ician o no a nuestra salud. Cuando ya no sea el capital el que gobierne, la producción de alimentos tendrá el objetivo de nutrirnos en f orma saludable. Ahora, por la compulsión de la búsqueda de ganancia se gasta gran energía humana en la “publicidad”, el apremio de “compre, compre, compre”. Cuando deje de producirse para la venta, cuando se produzca para el uso, cesará ese desperdicio de energía. El apremio de “vender” lo más posible también hace que las empresas gasten gran energía humana en lograr que los productos sean rápidamente perecibles, para que el usuario se vea obligado a tirar lo que compró y dejó de ser útil y comprar nuevamente. Esto tiene como resultado por una parte el desperdicio de energía humana y por otra la acumulación de basura contaminante del medio ambiente. Cuando el incentivo deje de ser la ganancia, se buscará que los productos duren lo más posible, que haya la menor cantidad de basura posible y que ésta no atente contra la salud de la naturaleza. Retornar a la ética primitiva no significa volver a la vida primitiva. Los científ icos y los técnicos, ahora al servicio de las empresas en búsqueda de ganancia, pasarán a estar al servicio de la humanidad. Ellos nos indicarán de qué ventajas de la civilización podremos seguir disf rutando sin poner en peligro la continuidad de la especie y de cuáles no. Esperamos que la humanidad derrote a los amos del mundo que conducen aceleradamente a la extinción de la especie, que tome en sus manos la conducción de sí misma, se reintegre armoniosamente a la naturaleza y consiga salvarse. (Para la revista ecosocialista de Estados Unidos “Capitalism Nature Socialism")

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