Si no se toman medidas para reducir las emisiones, la concentración de emisiones de
gases de efecto invernadero en la atmósfera podría alcanzar el doble de su nivel preindustrial tan pronto como el año 2035, comprométiendonos prácticamente con un
aumento medio global de temperatura de más de 2º C. A más largo plazo, habría más
de un 50% de probabilidades de que el aumento de temperatura superara los 5º C. Un
aumento de esta índole sería extremadamente peligroso; equivale al cambio producido
en las temperaturas medias desde la última edad del hielo hasta hoy.
Un cambio tan
radical en la geografía física del mundo tiene que dar lugar a importantes cambios en la
geografía humana - dónde viven las personas y cómo viven su vida.
Incluso a niveles de calentamiento más moderados, todos los indicios - desde estudios
detallados de los impactos regionales y sectoriales de patrones meteorológicos
cambiantes hasta modelos económicos de los efectos globales - apuntan a que el
cambio climático producirá grandes impactos en la producción mundial, en la vida
humana y en el medio ambiente.
Todos los países serán afectados. Los más vulnerables - los países y poblaciones más
pobres - sufrirán antes y más intensamente, aun cuando sean los que menos hayan
contribuido a las causas del cambio climático. Los costes de las condiciones
meteorológicas extremas, incluidas las inundaciones, las sequías y las tormentas, ya
están aumentando, incluso para los países ricos.
La adaptación al cambio climático - es decir, la toma de medidas para crear resistencia
y minimizar los costes - es imprescindible. Ya no es posible impedir el cambio climático
que tendrá lugar a lo largo de las próximas dos o tres décadas, pero aún es posible
proteger en cierta medida nuestras sociedades y economías contra sus impactos - por
ejemplo, proporcionando mejor información, mejor planificación, así como cultivos e
infraestructura más resistentes al clima. La adaptación costará decenas de billones de
dólares al año tan sólo en los países en desarrollo, y ejercerá más presiones sobre
recursos ya de por sí escasos. Debería acelerarse el trabajo de adaptación,
especialmente en los países en desarrollo.
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