¿Existe una relación directa entre el nivel de adaptación de ciertas comunidades al cambio
climático con el nivel de apoyo que reciben de sus alcaldías?
Una investigación del PIEB en
Challapata, Aiquile y Padcaya demuestra que no y que reciben ayuda de otras instituciones.
“No existe una relación directa entre el nivel de adaptación de las comunidades de los tres
estudios de caso con el nivel de apoyo y respuesta que reciben de sus municipios para acciones
de adaptación al cambio climático”, señala el documento y subraya que los valores más altos
registrados en esta adpatación corresponden a la “influencia de las distintas instituciones que
trabajan con ellas”.
El equipo de seis investigadores de la Fundación Gaia Pacha, bajo la coordinación de Daniel Cruz
Fuentes, participó y obtuvo apoyo para estudios de caso en la convocatoria del Programa de
Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB) 2011 sobre la temática “Agua para la vida y seguridad
alimentaria: adaptación al cambio climático en zonas vulnerables”.
Eligieron a Challapata en Oruro, Aiquile en Cochabamba y Padcaya en Tarija por ser los municipios
con mayor vulnerabilidad y alta amenaza de sequía, helada y deslizamientos, a excepción de
inundaciones que representan una baja amenaza, según datos de Oxfam, entidad que también
impulsa estos estudios.
Challapata es la capital de la provincia Eduardo Abaroa de Oruro. Está situada a 3.738 metros
sobre el nivel del mar y a medio camino de la carretera y vía férrea entre Oruro y Potosí. En el
estudio abordaron el análisis de las asociaciones de productores Amaga y APSU. La primera está
conformada por 25 familias y se dedica a la producción, acopio y transformación de derivados de
leche como queso y yogurt. Esta opción de actividad económica nació después que en 1961 se
construyera la represa Tacagua y los pajonales altiplánicos dieran paso a tierras de cultivo con
riego. La otra organización nació por una combinación de preocupaciones culturales y
socioeconómicas, cuyo resultado lo palparon en 1994, durante una fuerte sequía, y demostraron
que elaborando tejidos era posible generar ingresos alternativos a la agricultura.
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