Cuando en Uruguay seguimos sobrellevando los sorpresivos rigores de un clima cambiante, luego
de pasar un duro invierno caracterizado por una escasez hídrica que descolocó a muchos y,
particularmente a UTE, nuestro monopólico proveedor de energía, sorprendiendo a otros y
afectando a todos los demás en sus vidas cotidianas, quienes debimos consumir y ajustar el
consumo de energía a la característica de represas prácticamente secas, tras lo cual resaltó –
como siempre – la morosidad de las obras para lograr otras formas de producción que no fueran
las tradicionales, basadas en el consumo del carísimo petróleo.
La primavera revirtió el caudal hídrico.
Se pasó de la sequía preocupante a la lluvia, fenómenos
acompañados de vientos, casi o huracanados que, semanalmente sorprenden y distorsionaron la
vida cotidiana de todos los uruguayos, creando problemas irresolubles y multiplican, por supuesto,
el significado negativo que tienen las imprevisiones de las políticas de los organismos pertinentes
entre las que se destacan, por ejemplo algunas enormidades, como el resolver la suspensión del
transporte colectivo en el mismo horario en el cual se autorizó a abandonar los lugares de trabajo
a los funcionarios de la actividad pública y privada, dejando a miles y miles de personas a merced
de las inclemencias del tiempo.
Es evidente que vivimos inmersos en un cambio climático que, de alguna manera, tendrá que
tomarse en cuenta, porque no solo afectará a la vida cotidiana de las personas, sino también en
un país productor de alimentos como es el Uruguay, producirán modificaciones en las mismas
formas de producción. Se anuncia que el verano será como los tradicionales, con niveles
adecuados de calor, sin mayores alternativas cambiantes. Sin embargo, pese a la capacidad de
anticipar los pronósticos de los servicios meteorológicos – pese a que el “nacional” todavía no
está regularizado – pensamos que anunciar lo que ocurrirá en materia de tiempo con tanta
anticipación, dentro de unos meses, es demasiado arriesgado. Es que el calentamiento del
planeta, vía errores garrafales en las formas aberrantes de la producción mundial y los errores de
las formas de vida de la propia humanidad, son fenómenos que están afectando claramente a
buena parte del mundo. Ahí tenemos parte de la explicación no solo de los cambios que se han
producido en nuestro país, sino los que se viven en otras regiones del mundo. Hoy por hoy
Argentina sufre inundaciones, Nueva Jersey, una de las catástrofes mayores de su historia, etc.
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