En la región de las Américas, los impactos del cambio climático ocurren desproporcionalmente
en los países, cuencas transfronterizas y grupos sociales con
menor capacidad para enfrentarlos.
Las medidas de gestión del agua necesitan
diseñarse con el objetivo de reducir la vulnerabilidad de la población más sensible.
Ubicar el alivio de la pobreza en el centro de la adaptación al cambio climático
implica lo siguiente: (i) reconocer e incorporar los derechos y los conocimientos
de las poblaciones marginales, incluyendo a los agricultores e indígenas; (ii)
desarrollar mapas de riesgos y vulnerabilidad, de manera inclusiva y participativa,
con el fin de responder a la realidad local y al mismo tiempo generar
conciencia; (iii) apoyar el fortalecimiento de capacidades y la producción de
conocimiento de las comunidades vulnerables; (iv) evaluar y mitigar los impactos
sociales del cambio climático; (v) reubicar asentamientos que se encuentren en
zonas de riesgo, de manera correcta socialmente hablando; (vi) vincular y armonizar
los esfuerzos en adaptación a otras áreas de desarrollo social, como la
seguridad alimentaria, la salud, la educación; (vii) generar la voluntad política
para resolver estas prioridades.
El proceso de adaptación
al Cambio Climático en materia
de agua ofrece retos importantes
de organización social, por lo que
resulta relevante establecer
mecanismos efectivos de coordinación,
colaboración y participación social.
Recomendación 8 de política
pública del DRP.
Queda de manifiesto que un proceso efectivo y sostenido de adaptación al
cambio climático en materia de agua no puede considerarse como responsabilidad
única de los gobiernos, sino que requiere de una participación amplia y
organizada, desde el diseño hasta la implementación y monitoreo de políticas
relevantes, en las que se enfatice la participación de las mujeres y de los grupos
marginados de la sociedad.
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